En cualquier día de la semana, a cualquier hora y en cualquier lugar no hay objeciones para una buena pizza. Mágica palabra que se convierte en la riquísima masa con ingredientes, que nos ha conquistado a todos.
Las familias con niños prefieren una carta con pizzas.
Con sólo el cambio de ingredientes dispones de variedad de sabores, adaptados y personalizados a cada cliente.
Era común escuchar:
“Dos cosas no se pueden comprar: la habilidad para hacer la masa y la habilidad para cocinar»
¡¡Ahora puedes tenerlas!!
Escribe tu línea en la historia de la pizza
El origen del plato se remonta a los romanos y cuentan que el proceso que la popularizó al terminar la Edad Media.
Cuando ordenamos una familiar con mozzarella, poco pensamos en las fuerzas históricas que hicieron posible la existencia de este producto tan deseado que llamamos pizza. Global como pocas cosas, fue justamente el intercambio comercial en el Mediterráneo el que expandió el pan de pita de Grecia a Roma, lo que ya hizo delirar a los antiguos habitantes del Imperio entre funciones de circo. Pero fue con el advenimiento de las ciudades, tras el fin de la Edad Media, cuando comenzó a tomar su forma moderna.
Sobre el origen podemos hablar por días sin llegar a una conclusión. Pero tenemos certeza de que los romanos comían pizza. Era una especie de un pan, que se devoraba rápido en la calle. Un pan sin levadura. La levadura es algo que pertenece ya a la tradición judía.
La pizza napolitana, la vera pizza, que no es exactamente parecida a la que estamos acostumbrados a comer en la península , está hecha con harina doble cero (tiene como características su mayor cantidad de gluten y su gran fuerza), lleva más agua (un litro, por cada 1,7 kilos de harina) y no tiene nada de materia grasa. Además, debe dejarse levar por dos días (con levadura de cerveza o masa madre), para que las bacterias anaeróbicas de la masa produzcan cantidad suficiente de dióxido de carbono y la vuelvan tierna.
«El ingrediente fundamental de la pizza es la paciencia»
Lo que emociona es el hecho de que la pizza sea un plato de pobres y de ricos. Y así ha sido casi desde su renacimiento en Nápoles, que él sitúa en torno del 1660. Claro que no era pizza al horno. Era pizza frita. Tenía como ingredientes grasa de cerdo, queso de oveja y albahaca.
El primer pizzero que se convirtió en una celebridad fue el famoso N’Tuono o Antonio Testa. Se cuenta que en 1672 Fernando de Borbón rompió el protocolo y se fue a comer a una pizzería, lo que era considerado exclusivamente de pueblo. Se fue a la pizzería de Antonio Testa. Entonces, ¿qué hicieron los nobles de Nápoles? Como el rey fue a la pizzería, ellos empezaron a ir también.
¿Por qué la pizza se perdió en el Medioevo y volvió a nacer con las ciudades?
Para que existan pizzerías debe haber circulación de gente que quiera comer cosas al paso.
Que el plato haya renacido en el sur de Italia tiene una explicación: allí el trigo es más duro y, por lo tanto, tiene mayor contenido de gluten, lo que hace posible la masa.
El rey Fernando II ya no tuvo que escaparse a comer pizza: se hizo construir un horno especial en el parque de Capodimonte.
Pero todo cambió en 1776. Fue cuando el virrey del Perú le mandó un regalo al rey de Nápoles: el tomate. Lo plantaron en San Marzano, en fértil suelo volcánico, y ésa fue la partida de nacimiento de un tomate perfecto, conocido mundialmente por su nivel de acidez ideal. Ya en 1800, hay registros de la primera pizza con el fruto tan preciado de las Américas.
Varias generaciones más tarde, en 1839, nació otra pizza famosa, la Margherita, acaso la más popular de todos los tiempos. Fue cuando la mozzarella hizo su ingreso triunfal al producto tan adorado por los napolitanos. Nápoles acababa de ser liberada por Garibaldi y por lo tanto pasaba a formar parte de Italia. Para reforzar políticamente la nueva unión, la reina Margherita fue invitada a la ciudad, por lo que se le comisionó al maestro Raffaele Espósito, de la pizzería Brandi, una creación especial. Y elaboró, entonces, una masa decorada con los ingredientes que tienen los colores de la bandera italiana: blanco (mozzarella), rojo (tomate), verde (albahaca).
Como sucedió en la ciudad de Nápoles, la pizza estaba destinada a cambiar cuando los propios napolitanos empezaron a emigrar por todos los continentes, llevando la nostalgia en el corazón y en el estómago.
Imagen: Dos chicas, una pizza. © Getty Images